Oscar Adler 1875-1955
La Astrología como Ciencia Oculta, la cima de la astrología como herramienta para la evolución humana
Una antigua sentencia de los escolásticos medievales decía “… Astra inclinant sed non cogunt…” Los astros inclinan, pero no obligan. La frase, que ha trascendido los siglos, expresa el esfuerzo que muchos pensadores han realizado para conciliar las teorías astrológicas de la predestinación con el libre albedrío. Esta cuestión está en el centro de la obra de Oscar Adler (1875-1955), autor de un libro que aborda la astrología desde una visión espiritual, elevándola a la dimensión de herramienta para la evolución del hombre por encima del carácter determinista que muchos han visto en esta disciplina tan antigua como la humanidad.
Adler, médico, músico y
uno de los más notables violinistas de su tiempo, descubrió el profundo misterio
contenido en el flujo y reflujo de los astros. Su pasión por la astrología no
fue otra cosa que la consecuencia de un conocimiento enciclopédico respecto de
las doctrinas esotéricas que se expandían a velocidad inusitada en la Europa de
su época, conocimiento que le permitió un abordaje de la ciencia astrológica
desde la riqueza de una tradición que había estudiado con ahínco. Para Oscar Adler,
el hombre estaba llamado a conectar, por
medio de su vida, el arriba y el abajo, una conexión que en su calidad de “elegido de los astros” sólo él puede
establecer. Creía que en el período de tiempo al que denominamos “vida” el hombre –embrión de Dios- debía
llevar a cabo una obra de revelación en la que los astros marcaban su impronta
inconfundible.
Pero en esta
conexión veía a algo más que la mano del
destino: “… Si el hombre –decía nuestro autor- no fuese más que el heredero de
lo que le afluye del cielo nocturno, subterráneo, no sería capaz de agregar nada a la historia
genealógica de la humanidad y la Luz del mundo llegaría a él en vano; el hombre
no podría recibir la luz del mundo, de modo que su vida sería una cosa vana…
viviría en una noche eterna…”
Adler enseñaba que la
astrología, junto con la alquimia y la magia, configuraban el patrimonio –y el
núcleo- de las Ciencias Ocultas y que la astrología
era la doctrina de la inserción del hombre en la totalidad del cosmos, del
mismo modo que la alquimia era la
doctrina de la transformación de lo inferior en lo superior y la magia la doctrina del empleo y dirección
de las fuerzas que guían la evolución. De allí que su obra contenga un profundo
sentido ontológico en el que el hombre, único ser capaz de unir lo que está
arriba con lo que está abajo, se eleva por sobre sí mismo comprendiendo el
destino espiritual con el que debe comprometerse voluntariamente.
La
Astrología como Ciencia Oculta es un libro en el que se reúnen una larga serie de
conferencias que Oscar Adler pronunció, ante un pequeño grupo de adeptos, entre
1930 y 1938. Hablamos de una época crucial del siglo XX en la que las ciencias
duras, como la física y la matemática, abrían el camino a una nueva era signada
por el descubrimiento de los misterios subatómicos y el avance tecnológico.
Pero era también un momento de revulsivo interior, de búsqueda incesante de una
espiritualidad renovada que encontraba nuevos referentes tanto en la Tradición
Occidental como en la Oriental. En medio de estos debates en los que se
enfrentaba el método científico y el conocimiento empírico, surgían también la
psicología y la caracterología como nuevas formas de conocimiento humano.
Leyendo la obra de Adler a la luz de esos años y del prodigioso dominio que
poseía sobre el conjunto de las Ciencias Ocultas, no debe sorprendernos que
esta obra haya pasado a la posteridad como El Testamento de la Astrología.
Desde esa perspectiva,
resulta capital su lectura, tanto para el estudioso de las tradiciones
esotéricas como para el que intenta comprender el espíritu de una ciencia milenaria
que, paradójicamente, gana vigencia en un mundo subsumido en el materialismo. Y
resulta capital porque, si verdaderamente consideramos que la astrología forma
parte fundamental de aquellas ciencias, nadie como Oscar Adler la ha ubicado en
el marco general que el ocultismo -tan mal comprendido por el pensamiento
científico- le reserva como clave para la resolución de los grandes misterios
de la existencia.
me abrió el cielo y su lenguaje...
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